Estaba de humor cuando Gustave me preguntó si quería ir al
bar con él, tanto que invité a Levy. Yo, que paso por mi época menos
alcohólica, me pregunté desde cuando esto era así. Había substituido mi vicio
por el café y la cerveza anteponiendo ahora el juego y los montones de cómics
que algún día echarían a Levy de su propia habitación. Algo de fresco en los
brazos me llevó a pensar que esto había acabado. Oh, no. Allí estaban Antoine y
el pesado de Jacques conversando entre risas. Hola. Hola. Este es Levy mi
compañero de piso, ellos son Jacques y Antoine. Gustave siempre tenía que llevar
la batuta. Levy me miró al oír nombrar a Jaques y yo mantuve la mirada fija en
la mesa. Puto Levy. Continuaba Gustave dirigiendo ¿De qué hablabais? Antoine que
se ha enamorado, dijo con retintín el tonto de Jacques. Dolor abdominal. ¿Qué
tal estás Lu? Bien, Jacques. Con gran esfuerzo Levy intentó ser simpático. Y
vosotros sois todos de filosofía supongo. Sí, sí, ¿y tú, estudias? Sí,
geografía. Gustave se rió odiosamente. Sí, bueno, en teoría, porque no creo que
le hayan visto el pelo por clase. Se pasan el día en casa los dos haciendo
cosas frikis. Maldigo el día en que los junté. Dijo intentando ridiculizarme a mi también. Dos pájaros de un tiro. Y a ti qué más te da, estúpido. Voy a pedir, dijo Gustave, te acompaño, añadió el penoso de Jaques no sin antes soltarme un ¿quieres algo Lu? No. Y corregí la situación con un oye,
Gustave ¿me traes una cerveza? Yo voy a ayudarles, dijo el bueno de Levy. Me
senté en el sitio de Jacques y sonreí a Antoine. Su mirada dulce. ¿Como te va,
chico? Así que tienes un amorío. Sí... bueno, llevamos poco tiempo pero parece
que va bien la cosa. Volví a sonreírle, esta vez incomodada. Volvió el asqueroso de Jacques
eufórico por interrumpir con una caña para la señorita. Siempre he odiado a los
plastas que dicen señorita. Te he dicho que no quería. Venga, va, Lu, no seas así. Llegó entonces Levy que traía unas patatas crujientes y Gustave apareció el último por las
escaleras. Lo siento chicos, pero me voy. Y me bebí la cerveza de un trago, dando
la máxima señal de fortaleza. No miré a Levy a la cara por miedo a arrepentirme.
Gustave soltó un suspiro y me despidió con una fulminante mirada de desprecio.
Bajo los efectos de la furia caminé con las manos en los
bolsillos de la chaqueta hasta casa de Louis. Su hermana pequeña Verónica me
dijo que no estaba y me preguntó dónde me había comprado esos zapatos. No
caminé mucho hasta encontrar un bar. Así que al pasar Louis me vio sentada en
la barra tomándome una copa de champán, de lo cual se rió señalándome al entrar. Le conté
mi historia y lo mucho que odiaba a todo el mundo y después nos pasamos toda la
noche repitiendo mi “lo siento chicos, pero me voy” compartiendo champanes,
brujerías y carcajadas.
Gustave: mi engreído lío
Antoine: me gusta un poquito
Jaques: un estúpido que me follé
Levy: mi amigo
Louis: mi Louis