El cielo limón ácido. El gris cargado de radioactividad para el alma. Los sentidos atentos, el espíritu brinca de un lugar a otro. El espacio donde pueden pasar cosas. La posibilidad. La mirada brilla. Sabe un no-sé-qué. Electricidad en el aire. El dramatismo de las nubes, la fuerza de lo invisible. Palabras corrosivas. Palabras que engendran algo diferente. Conciencia de lo irrepetible. El doble fondo de los días. Las palomas también brillan, y la carne caliente desea. La novela de cada microcosmos. Y los encuentros multiplican dimensiones, expanden el tiempo. La acción suspendida en el aire. La realidad es lo que puede ser. La irrealidad es sólida y dolorosa y bella.

martes, 7 de octubre de 2014

Adiós al verano


Cuando llegué al bar todo fueron alegrías, mucho menos entusiastas de lo que planteé en mi cabeza minutos antes. Siempre me pasaba lo mismo. Las chicas me dieron dos besos y alguna palabra amistosa y luego volvieron a su posición de círculo de cánticos fúnebres. Jaques no estaba, por suerte. Gustave fue el más cálido y por eso me senté a su lado. Allí estaba Antoine, en un silloncito rodeado  de víboras dispuestas a cubrirle y eliminar cualquier indicio de su presencia. Un verano había sido una eternidad para nuestra tierna amistad de antaño. No me preocupó mucho esa lejanía inicial, sabía que los días volverían a unirnos. Nunca me importó aparecer por allí sin Louis, pero hoy me hubiese gustado nutrirme de su presencia mediante nuestro juego cínico de análisis externo de las reglas. Gustave me ofreció su copa de vino y pidió una nueva asomándose por la barandilla con su tono simpático habitual. Con este ritual de iniciación ya estaba invitada a participar en aquella parafernalia del día a día en esta ciudad. Hablaban de aquel pintor y del otro, de cómo la autenticidad del arte se diluye en las modas y de lo asqueroso y maravilloso que era eso. Antoine, cansado de estas habituales discusiones, buscó mi mirada casi por inercia, de lo que luego se arrepintió y volvió los ojos a su copa. Ya podía sentir el tono gris conquistar mi piel morena. De pronto llegó a mi memoria olfativa un recorrido de aromas: a tierra removida, a pino, a lumbre. Como si quisiese brotar de mí otra vida pasada o quiera dios futura.

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