El cielo limón ácido. El gris cargado de radioactividad para el alma. Los sentidos atentos, el espíritu brinca de un lugar a otro. El espacio donde pueden pasar cosas. La posibilidad. La mirada brilla. Sabe un no-sé-qué. Electricidad en el aire. El dramatismo de las nubes, la fuerza de lo invisible. Palabras corrosivas. Palabras que engendran algo diferente. Conciencia de lo irrepetible. El doble fondo de los días. Las palomas también brillan, y la carne caliente desea. La novela de cada microcosmos. Y los encuentros multiplican dimensiones, expanden el tiempo. La acción suspendida en el aire. La realidad es lo que puede ser. La irrealidad es sólida y dolorosa y bella.

jueves, 7 de mayo de 2015

Ha venido Annita

Annita es alta, ojos marrones y de movimientos masculinos. Melena oscura al viento y atuendos imprevisibles.  Encantadora para los hombres. Empezó derecho y lo dejó. Decidió que el periodismo iba más con ella. Sus padres se volvieron locos y le dijeron que no volviese a casa. Aún así se quedó cerca de la tierra y volvía algún finde. Cuenca es una mierda, suele decir. Pero ahora se encuentra ante el abismo del casi finalizar una carrera universitaria. Así que ha decidido venir a Barcelona a verme. Y como dice ella, viene para romper su mapa mental reducido. Me culpa por no ir a verlos muy a menudo. Cuando Joan y Joana nos escucharon hablar de aguas profundas sacaron las cervezas. La primavera había alterado el piso y la nevera siempre estaba llena de vida amarilla. Así que bebimos, charlamos y la risa característica de Annita nos provocó dolores de tripa. “Salgamos de aquí” dijo ella sirviéndonos el último chupito de esa mierda color mierda. Y la noche fue larga. El factor discoteca siempre nos ha incomodado a Annita y a mi pero aquella noche íbamos demasiado borrachas para despreciar un flayer con entrada gratis. Pista medio vacía. Guiris en las barras catando carne por la vista. Música infumable pasada de moda. Beyonce nos devolvió la vida. Salimos a bailar sintiendo que nuestro cuerpo se movía a la perfección aunque hubiese una cierta discordancia con la realidad. Incluso Joan y Joana se acabaron animando y por arte de magia la pista se llenó. Hasta que llegó mi momento crítico habitual. Me escabullí por un agujerito al baño. Miré el móvil. No había contestado a mis whatsapps. Me di cuenta que la taza del váter estaba manchada y mis medias también. Pipi de otra. Salí y me incorporé de nuevo a la fiesta con un fingido entusiasmo que luego se convirtió en real o lo que quiera que sea durante la embriaguez. Invité a Annita a un chupito y ella me prometió que el próximo lo pagaría ella. Aunque nunca llegó un siguiente, por olvido y devastación. Nos abrazamos fuerte y volvimos al bailoteo central.


Lo primero que han visto mis ojos hoy ha sido el brazo de James sobre mi cuello, privándome de mi propio territorio. Dormía plácidamente entre ronquidos. He intentado ponerme una camiseta y unas bragas lo más rápido posible, con miedo a despertarle. Y he abierto la puerta con el máximo sigilo. James II y Annita dormían en el sofá cada uno con la cabeza en un lado de éste. Una hermandad bonita a la vez que incómoda de ver. Puta Annita. 

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