El cielo limón ácido. El gris cargado de radioactividad para el alma. Los sentidos atentos, el espíritu brinca de un lugar a otro. El espacio donde pueden pasar cosas. La posibilidad. La mirada brilla. Sabe un no-sé-qué. Electricidad en el aire. El dramatismo de las nubes, la fuerza de lo invisible. Palabras corrosivas. Palabras que engendran algo diferente. Conciencia de lo irrepetible. El doble fondo de los días. Las palomas también brillan, y la carne caliente desea. La novela de cada microcosmos. Y los encuentros multiplican dimensiones, expanden el tiempo. La acción suspendida en el aire. La realidad es lo que puede ser. La irrealidad es sólida y dolorosa y bella.

domingo, 14 de junio de 2015

El verano de entonces


El verano de entonces. Tenía el pelo larguísimo y con unas ondas que me encantaban. Estaba realmente emocionada con mi huida. Pero quería paralizarlo todo. Jugar a alargar el tiempo como poderosa hada. El camino elegido. Qué miedo el vivir. Qué ganas de zarpar. Mamá me había preparado el desayuno, tostadas con mantequilla y azúcar, mi favorito. Fui a pasear buscando el rumor del arroyo. Planté la bicicleta bajo un joven olmo y junté un montoncito de piedras al lado. Era la señal que Annita y yo utilizábamos para no interrumpir nuestra deseada soledad. Solíamos ir por allí a menudo. Por entonces nos habíamos leído Siddharta y estábamos flipadas con el budismo. Supongo que de ahí mi decisión de matricularme en filosofía. Pensando que me especializaría en filosofía oriental. Todo clarito. Todo planeado. Empecé mi plácido paseo. Dulces palabras del agua que corría con pocas ganas. Belleza absoluta en las flores. Y el verde que junto al azul eran lo supremo para el sentido de la vista. Todo era armonioso. Comprendía y sentía cosas que pensaba que nunca podría dejar atrás. No consideraba mi juventud porque justo entraba en ella. 

En Barcelona hace días que llegó el verano. Personas rojas me preguntan los precios de los sombreros. Y suspiro tras el mostrador. Tortuga en tortuguera. No entiendo por qué se asume socialmente que la vocación es algo natural. Hecho que nos hace desgraciados a los que no tenemos vocación alguna. Así que nos pasamos la vida buscándola. Hace un año tal vez pensaba que todavía podía encontrarla. Aunque sé que la vida es algo más que eso. Cuadrar caja, mi mayor reto diario. 

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